viernes, 30 de septiembre de 2011

La piel que habito

Acabo de comprender, mi querida Seki, cuánta razón tenías...
Luis Tosar... ¡Ay!
Creo que el mío es un amor imposible. Es tan imposible que me da cosa. No tengo acceso a él, nunca podré tocarle, besarle, desvestirle... La Enfermera Roberto dice que deje de suspirar, (me ha cortado el rollo, como cuando te despiertas de un sueño justo cuando ibas a besar al guapo, me sucedió de adolescente con John Travolta, fue casi un trauma, claro que en aquella época no conocía a Luis Tosar... Creo que acabo de desvelar que soy una rubia tonta y madura, o sea mayor, pero qué le vamos a hacer, como estoy al borde del trauma me pongo así y no cuido lo que digo y sufro constantemente, o no tanto, pero sufro, ay, porque mi Luis Tosar no será nunca mi Luis Tosar ¿no es un drama? ¿no es horrible?) "¡Basta!", grita la Enfermera Roberto asustándome, nunca me había hablado así. Lloro. Me consuela. Me dice que asuma que es un amor platónico y que tengo que aprender a pisar tierra, a pegarme a la realidad. Me lo he puesto como tarea.
Seré más realista.
Y reconoceré mis errores.
Seki, tienes razón. Es verdad. Es verdad, que Luis Tosar no tiene que estar en todas las películas.
Ya está dicho.
Siento decirte, sin embargo, Seki, que no han sido tus argumento (aunque ellos me hicieron pensar, ellos y la Enfermera Roberto) sino ver "La piel que habito" lo que me ha convencido: No es necesario que Luis Tosar esté en una película así. Vale. Lo acepto.
Pero te tengo que decir que por mucho que me esfuerzo en mirar con otros ojos a Daniel Craig (que es buen actor y rubio y guapo) no puedo hacerlo. Soy una rubia fiel. Una rubia tonta y fiel.¡Qué le vamos a hacer!

Y siendo como soy, ahora, una mujer más realista, puedo decir que creo que no hace falta ir a ver "La piel que habito". Es aburrida y larga. Si alguno o alguna quiere saber el secreto de la película, eso que no hay que desvelar y tal, pues me pregunta en privado, no voy a decir nada aquí. Aunque, la verdad, ni siquiera eso es tan importante. Habrá que esperar a la próxima de Almodóvar para disfrutar de buen cine, espero... Pero una cosa buena ha tenido (lo que demuestra que el cine es maravillloso) y es que gracias a ella he descubierto que mi ex-mi Luis Tosar no tiene por qué estar en todas las películas y ha provocado indirectamente que quiera ser más realista. ¡Qué bien! ¿no?
La rubia tonta

lunes, 26 de septiembre de 2011

Zoo moco...o zoo loco

Pues teníamos una tarde tonta, o sea, tonta tonta, de esas en las que hace un calor para morirte y no se te ocurre ningún plan porque ya lo has hecho todo (el final del verano es lo que tiene) y no quieres quedarte en casa porque todo el mundo acabará crispado, peleado, pasado y todo lo demás malo que acaba en ado. Así que miramos la cartelera y elegimos (es un decir, en una cartelera de verano y con niña pequeña haces lo que puedes, es como cuando te preguntan que qué prefieres si paliza o muerte) una película de la que no sabíamos nada, Zoo loco.

Como no queremos pasar por ignorantes (las miserias mejor en casa con los tuyos) leímos varias críticas y no la ponían mal (que después del resultado está claro que vimos una crítica de alguien muy raro porque si no no lo entiendo, que es lo que tiene internet, que deberían avisar, ¿no?, poner algo así como "ojo, que soy mu raro, allá tu si me haces caso").

He de reconocer que no las tenía todas conmigo, por eso me lleve la tabla de planchar y unas cuantas camisetas, la poancha de vapor y un alargador muy largo, me daba a mí que iba a ser una de esas películas en las que no importa que te pierdas un trocito...o dos...o tres. Y tuve razón.

Por más vueltas que le dí en su momento (ahora lo he dejado, lo de las vueltas, tengo muchas preocupaciones en este momento más urgentes, la verdad, por ejemplo ¿qué hago hoy para comer?, que estoy podridita de pensar y pensar y que luego no le gusta nada a nadie...ni a mí, porque cocino de pena...pero me estoy desviando). O sea que le dí vueltas porque no consigo entender a los que han perpetrado semejante bodrio. A ver: ¿es una peli para niños? ¿para adultos? ¿Para adultos con discapacidad afectiva? ¿Para amantes de los animales? ¿Para los que les gustan las cursiladas? ¿O no pensaron en nada más que aprovechar subvenciones? Que alguien me conteste por favor: ¿para quien leches se hizo esta película?

Es una historia absurda de planteamiento infantil (vigilante de zoo más bueno que el pan que nunca consigue chica y al que los animales, que hablan, deciden ayudar), con personajes que no puede entender un niño (la primera novia, esa arpía de libro que se ve venir a ocho kilómetros pero que no debe ser obvia para una niña de seis años), situaciones absurdas y vergonzosas (ahora no las recuerdo, gracias a Dios, mi memoria me preserva de algunas debacles), alegatos a favor de los animales (del tipo que salen el los libros de texto de primero de primaria), y gags animálicos manidos, trillados, sacados de otras mil pelis anteriores... incluido el animalito con acento andaluz.

Allí estábamos los cuatro y mis camisetas planchadas, aburridos, bostezantes, atiborrados de palomitas, y con bastantes menos euros en el bolsillo que al comienzo de la tarde. Y para colmo, como somos unos benditos, caundo terminó no nos atrevimos a colarnos en la sala de al lado para resarcirnos de algo tan, pero tan, tan malo.

¿Qué lección podemos sacar de esta vivencia cinéfila? Varias:

a) no te creas las críticas de nadie, pero de nadie, nadie, lo que te lleva a un callejón sin salida porque si no lees críticas acabarás en el cine como nosotros, viendo bodrios carísimos.

b) A veces es mejor hacer bricolaje casero familiar, o volar la cometa aunque no haga viento, o acabar peleados al final del día, pero sin haber enriquecido a unos...unos....unos desgraciaos, no se me ocurre otra palabra.

c) Llévate siempre trabajo al cine, así no perderás del todo la tarde si la cosa no resulta.

O no, no estoy segura.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Verraquismo visceral

Pues no, no me gustan especialmente los cowboys, así, como concepto, aunque reconozco que la ropa les sienta bien, les hace más viriles (qué palabra tan antigua) y les queda estupendamente esa cosa de no lavarse que todos tienen...cosa que nunca diré delante de mis hijos, no quiero que cunda aun más el ejemplo.

Los alienígenas me gustan más, bueno, no los alienígenas, yo nunca me hubiera casado con alien y reconozco que me habría costado much9 encariñarme de alguien tan feo como E.T., pero me gusta la ciencia ficción, más la leida que la vista en el cine. Pero yo no pagué los casi ocho euros de la entrada para ver aliens, ni para ver cowboys así, en genérico. Yo pagué lo que en plena crisis me parece un pastizal para verle a EL, en mayúsculas, a super DANIEL CRAIG.

Sí, soy una forofa desatada desde que le ví en su primer bond y sí, creo necesario explicar por qué estaba viendo un bond, el primero de mi vida al que me acerqué voluntariamente, sin que mediara ningún ataque sorpresa por parte de ninguna televisión nacional. El caso es que siento una..ejem..pequeña debilidad por los hombres guapos, debilidad que intento disimular de mil maneras, entre ellas no alquilando ninguna peli sólo por la belleza de su prota, aunque eso me obligue a leer críticas, biografías y sesudos estudios que me den una coartada.

En el caso que nos ocupa sencillamente vi el poster anunciador de la peli y me dije que era un hombre muy guapo y que cuando me pusiera enferma podría mostrar alguna indulgencia hacia mi adicción a la belleza masculina. Pero como soy muy fuerte pasaron más de seis meses hasta que me cogí una gripe. Entonces alquilé Casino Royale, la dejé en la estantería del salón, hice las camas, pasé la mopa, puse en marcha una comida de emergencia (paella de marisco congelao...el marisco, no el caldo, faltaría más), pagué los recibos de las extraescolares por internet y entonces sí, me tumbé en el sofá dispuesta a descansar mi cabeza y alegrar mi vista. Y lo que viví solo puedo definirlo como una epifanía: descubrí a un hombre muy guapo que era además un gran actor, capaz como tantos actores ingleses de contarlo todo con los ojos sin usar una palabra, capaz además de reinventar un personaje tan manido y hacerlo por primera vez creible. En fin, que estaba dispuesta a un entretenimiento barato y me encontré otra cosa muy distinta.

Desde aquel momento me hice fan incontestable de Craig, he visto toda su filmografía a mi alcance en inglés subtitulado (porque ¡vaya voz, señores, vaya voz, a la altura de su cuerpo y su mirada!) y todavía ando buscando alguna de sus pelis que no accedieron a nuestro mercado. (PUede incluso, que me de otro ataque anglófilo y sea capaz de ver cualquiera de estos títlos a trozos: un fragmento en castellano para saber qué dicen, y el mismo en inglés para escuchar su modo de decir...no sería la primera vez, no).

Se entenderá entonces que yo, por EL, estoy dispuesta a tragarme lo que sea. Veré incluso la de miedo que ha hecho, yo, que me asusto con "Agárrame ese fantasma" de Abbott y Costello, que con catorce años tuve que salirme de La Bella Durmiente porque me aterraba la bruja-dragón del final. Esto es amor, lo confieso.

El caso es que no esperaba mucho de esta "Cowboys contra Alienigenas", me esperaba incluso lo peor, pero tengo que decir que no está mal. De un modo raro consiguen que no chirrie esa mezcla imposible (imposible por lo menos a los no inicados al comic en que se basa) de colts y armas más allá del láser. Se deja ver, es entretenida, y le pegan muy bien las palomitas de rigor. Además es un gusto recuperar al Harrison Ford de los mejores tiempos, y ver el recital de pequeños gestos que Daniel pone a nuestro alcance, y la ambientación, y la conjunción de dos mundos en apariencia incompatibles.

Pero también tengo que decir que mi pasión uterina por este pedazo de hombre no ha quedado del todo satisfecha: me falta, claro, la versión original, inalcanzable donde vivo (porque si Craig tiene una bonita voz, no se pierdan la de Ford), y un poco más de expansión interpretativa del personaje principal, y haberle visto (por pedir, pedir) más las cachas, que sólo se le ve una vez en una escena bonita pero muy efímera y se me hizo corto, la verdad, no me dió tiempo a babear lo suficiente.

Y como una es, ya lo he dicho, una hooligan del incomparable DANIEL CRAIG, la volveré a ver, claro está , pero en mi casita, que cuesta menos y en V.O.. Y con el mando en la mano para poner el slow donde interese, que hay que amortizar la nómina y aliviar la líbido. Para que veas lo poco que cuesta la felicidad insustancial.

P.D. Me hubiera gustado poner al principio una imagen de mi adorado vestido de vaquero pero se me queman las patatas y lo primero es lo primero. Tampoco importa tanto, en internet hay fotos a porrillo, elige la uqe más te guste

sábado, 28 de mayo de 2011

PARIS ERA UNA FIESTA

Eran las 8 e la mañana….y estaba yo dando vueltas en la cama, enredada en una manta azul divina para esta época traidora y hermosa cual Gene Tierney, llamada primavera, cuando recordé a las vez (misterios de la duermevela)tres cosas tres: la primera, la más cercana (¡afortunadamente aun no lo hago al revés!) que era lo mucho que disfruté con la última peli del Woody Allen, Midnight in Paris, la siguiente, cómo me recordó un libro delicioso de Hemingway , Paris era una fiesta, y ya (y esta es la tercera, para que no se diga) me vinieron en tropel todas las referencias, los recuerdos sentimentales, de esos que tienen la propiedad de ser recuerdos los haya una vivido o no: Humphrey Bogart e Ingrid Bergman recordando Paris desde Casablanca, Martín Romaña caminando por la Place de la Concorde (ese loco adorable, alter ego del escritor Bryce Echenique y que esta reportera encuentra en varios de sus amigos) y viviendo en su buhardilla sin baño, Toulouse Lautrec y ese bombón trufado que es Ewan Mac Gregor cantando ¡cantando!!! (encima de lindo, cantaba…) por las calles de Montmartre mientras la cerda (mayores señas Nicole Kidman) sufría encima de su elefante…sí, exacto, en Moulin Rouge, Irma la Dulce paseando con su horrible perrito y sus inolvidables medias verdes y Jack Lemmón saliendo del subsuelo con bastón y sombrero de bombín…hasta recordé Can Can siguiendo la línea de la Rubia Tonta, porque es una peli que no he visto pero la recuerdo, en ella canta Maurice Chevalier “I love Paris in the spring time…” y mi madre tenía el elepé con la banda sonora que yo escuchaba maniáticamente en Talara, tierra soñada por mí, allá en mi infancia peruana…
Para ya, Tellalallama, ¡para ya! Que me mareo y se marean todos. Después de este flashback muy en la onda autoayúdica (y tómatelo como quieras), os digo: es que vi la película (la del tio Woody) como ya dije antes (me repito pito) y me trajo de golpe todo como si me fuera a morir pero en celuloide. ¡Qué bonito! Sería genial, antes de morir no es que pase toda tu vida en un segundo sino un montón de escenas de pelis que te han gustado y te mueres feliz creyéndote Shirley Mac Laine (en Irma la Dulce, por supuesto) o Marion Cotillard (que también sale en la película) (no Pipaspochas, en Irma no, en MIidnight, ¡ah, qué joven eres!). Yo creo que firmaría por eso. Y seguro moriría con glamour y feng shui, que es una forma de morir muy en boga (que hay que estar a la última oyes).
¡Ah! Es verdad, Paris siempre fue un sueño para nosotros los americanos (bueno está bien, incluyo aquí a los estadounidenses para que no se sientan discriminados por paliduchos, incluidos los afroestadounidenses que también son paliduchos pero conceptuales, ya sabéis), siempre hay algún loco que nos la pinta de colores como el cartel de la peli de Woody y no hay forma de escapar a su embrujo y en cuanto una puede ¡zas! Baguette y vino barato a la orilla del Sena.
En fin, que Midnight in Paris tiene al menos dos cosas que (nooooooooooooooo, no os la voy a destripar) impresionan: la primera es que dejas de odiar a Owen Wilson por haber hecho “No tan duro de pelar” y a la mitad de la peli no te importa que imite al tío Woody y más bien te entusiasman sus avatares, en medio de ese melancólico canto de amor a la “Generación Perdida” (la de la literatura , ¡ay que bonico” que te dan ganas de saltar a la pantalla como en La Rosa Púrpura del Cairo) y la segunda cosa ya la olvidé, pero era muy importante. Y como no he desayunado y lo empiezo a notar mejor no sigo porque me pueden despedir.
Solo añadiré una objeción, un defecto que tiene esta peli, si Rubia Tonta, como ya lo has imaginado por esos ojos abiertos esas manos en la boca (te veo te veo…) ese gesto de desesperación y horror: no sale Luis Tosar. Te digo más: la vida es así, no la he inventado yo. Y por supuesto me despido atentamente queridos y queridas lectores y lectoras con una frase genial que me he inventado como estrategia de autoayuda contra esta fatal ausencia: ¡siempre nos quedará Paris!

lunes, 18 de abril de 2011

Cine en primavera

Hace tanto tiempo que no escribo que me cuesta comenzar... Mi mirada se acaba de perder en la pared que tengo frente a mí. Si al menos fuera una ventana o hubiera una televisión lo entendería, pero no. Me siento un poco dispersa. Comienzo otra vez. Hace tanto tiempo que no escribo... ¿Por qué hace tanto tiempo que no escribo? ¿Qué he estado haciendo? La verdad es que no podría decirlo. Eso me angustia un poco. Pero no voy a angustiarme ahora. Voy a escribir. Tengo que poner un poco de orden en mi vida. Si viérais mi casa entenderíais esto que os digo. Todo manga por hombro. En fin. Decidí hoy, para comenzar a poner un poco de orden, que iba a escribir. Porque hace tanto tiempo que no escribo... Pero esto ya lo he escrito antes. A ver si cojo carrerilla y puedo escribir lo que quiero escribir. Allá voy: Hace tanto tiempo que no escribo que me hubiera gustado contaros que vi una película en la que salía mi adorado Luis Tosar (suspiro) Pero no puedo porque en "Cisne negro", que fue la película que vi, no está Luis Tosar (otro suspiro) y me pregunto ¿por qué no está Luis Tosar (sí, otro suspiro) en todas las películas? ¿Qué les cuesta? A mí, por ejemplo, me harían feliz. Pero no. No estaba Luis Tosar, ay.

Y sin embargo, era una buena película. Para sufrir, pero buena. Era de ballet. Qué delgadas son las bailarinas. Y cuánto sufren. Es increíble lo que cuesta ser un cisne negro. Por ejemplo, a mí me costaría muchísimo: soy rubia y no sé bailar en puntas. Me gustaría poder desarrollar esto pero no puedo porque en lo único en lo que puedo pensar es en que Luis Tosar haría perfectamente el papel que hace Vincent Casel en la película.

A lo mejor me pasa esto de que no puedo desarrollar bien mis ideas por la primavera. Tengo que confesar que desde que comenzó abril sólo pienso en Luis Tosar. Otros años la primavera me da alergia. ¿Os habéis dado cuenta de que alergia y alegría tienen las mismas letras? Pero no da alegría la alergia, no. A mí, ahora mismo, solo me da alegría Luis Tosar. Así que este año estoy sin alergia, pero también sin alegría. Sufro, sin mocos ni estornudos, pero sufro. Sufro, y en eso me parezco a Natalie Portman en "Cisne negro". Sufro obsesivamente porque Luis Tosar no es mi vecino, por ejemplo. Porque no es mi carnicero ni mi panadero ni me lo cruzo por la calle. Hoy me he cruzado por la calle con un vecino que no me saludó. Me dieron ganas de llorar. Se puede sufrir mucho sin bailar en puntas. En fin. Tengo que reconocer que Natalie Portman está estupenda en la película, y sufre super bien, aunque ella no sea, lógicamente, Luis Tosar.

No sé si puedo, tras todo lo que os he contado, recomendar "Cisne negro". No sé si me gustó realmente, ya sabéis por qué. ¿Habéis visto "También la lluvia"? Es una película maravillosa. En ella sí sale Luis Tosar. 

La rubia tonta

domingo, 27 de marzo de 2011

Cristales de espejo

Hoy voy a dedicarme a hacer una breve pero importante reflexión, una pregunta que habita en el fondo de todos nosotros, haciendo fuerza por salir: quien, en un atentado contra la humanidad, inventó el cristal de espejo?

Sí, señores. Esa es una gran pregunta. Es un inventor fantasma, porque lo podéis buscar donde sea, en internet..., ...., bueno, donde sea; que no os aparece nada. Yo creo que es un simple motivo de protección personal, ya que si supiésemos su foto y donde vive, sin duda alguna nos íbamos a su casa a decirle cuatro cosas.
Sí, amigos, porque todos nos hemos encontrado alguna vez en una situación tal que así:
Vas caminando, tranquilamente, entre un paisaje otoñal, las mariposas revolotean a tu alrededor, y de pronto, miras hacia delante y ves un cristal de espejo; y al principio te dices ¿un cristal de espejo?, otra vez no, no puede ser!; pero conforme vas caminando esos diez metros determinantes que te separan del cristal, lo ves con mejor claridad: sí es. Esos diez metros, son de agonía incalculable, de saber que vas a hacer lo de siempre: cuando pasas por su lado, empieza a susurrar tu nombre, y no puedes evitar mirarlo; al principio de reojillo, disimuladamente, pero es que luego no es que susurre, es que aclama, grita tu nombre, y entonces efectúas un indeseado giro de la cabeza, y ahí está, plantado, impasible, el cristal de espejo.


Hay unos doce segundos en los que solo estáis tu...y el cristal...el cristal...y tú. Es curioso, pero al final, como que lo intentas intimidar, le hechas una mirada, desafiante, pero es que empieza a brillar, y entonces te paras del todo, tú le miras a él, él te mira a tí, y te rindes a la ley física mundialmente reconocida, que es, el peinarse delante de un cristal de espejo.

Pero aún hay más, y es que también hay un efecto rebote, desde la persona que está al otro lado del muro y ve la cara de inteligente que estás poniendo. Esta persona te mira desde dentro y se pregunta ¿tendrá algún problema mental esta pobre persona?, y también: ¿me está viendo?. Y la agonía es casi igualable a la del individuo que está en el exterior. Lo que se hace en estos casos es: se abren los ojos, pero mucho, hasta que tengan el tamaño de dos naranjas, y entonces vas moviéndote de un lado a otro del cristal, para ver si el otro responde. Este movimiento se va degenerando, hasta que se acaba produciendo uno de los fenómenos más bonitos que nos puede ofrecer la madre naturaleza: ambos individuos acaban haciendo
una coreografía, coordinada, cada uno preguntándose si el otro le estará viendo.

Ahora, para no romper la tradición, pondré referencia a alguna película relacionada con cristales:
-La jungla de cristal, de 007. En realidad, su contenido no tiene nada que ver con los cristales, pero como solamente tengo que mostrar el título, pues sirve para el momento.




Atentamente,

El Dr.Pipaspochas



martes, 15 de marzo de 2011

Y las pelirrojas qué? ¡ Yo quiero ser Geena Davis!






Y en cambio soy Tellama Lallama, reportera especializada y corresponsal en el extranjero…según se vea…puede que el extranjero sea el Machu Pichu o puede que sea Quintanar de la Orden. Por el momento al extranjero llego en metro. Pero oye, como dijo Italo Calvino, “lo importante son los conceptos señorita Pinky” (bueno puede que así exactamente no lo dijera pero esto a mi me autoayuda para escribir este párrafo)
Pero, insisto, sería más bonito que el extranjero fuera no sé…el mar de los Sargazos o la Bahía de Rande con tesoros y todo. Aunque la Bahía de Rande no sale en la peli de marras. Ah, pero… ¿dije peli??? Sí señoras y señores, o que se creían, ¿que esta reportera no iba a seguir la consigna??? ¿Cómo creen que me autoayudo sino?

Pos verán. Todo comenzó un día de octubre en que me hallaba efectivamente, analizando la situación extranjera en Lima, para ver qué apasionante reportaje os mandaba queridos lectores y queridas lectoras (¡ay por dios como cansa esto señora ministra -¡Ah! ¡Que ya no hay!- Pero que no se diga que una no se esfuerza por la igualdad desde el lenguaje) cuando de pronto…me cansé. Sí, me cansé. Esa cosa tan humana. Y es que leyendo los reportajes de Pipaspochas, Seki Voka y la Rubia Tonta, me sentí en la obligación de emular a mi doble compatriota Vargas Llosa y escribir cosas Nobel. Y oyes… ¡eso cansa!



De manera que me arrastré hacia el televisor, previo paso por la cocina para avituallarme de algo masticable con salsa picante (ají, le llamamos mis pequeños saltamontes y saltamontas) y hete aquí que…sí señores ¡vi una luz!!! Y no era que me había muerto…era que daban una peli. Que digo una peli. Daban LA PELI. No dando crédito me acomodé en la cama (es que en aquellas tierras extranjeras -según se mire porque justo ahí fui a nacer hace…un número indeterminado de años- me entran las malas costumbres nativas de poner la tele en la habitación) y me dispuse a ver por enésima vez las carreras, los saltos y los besos de tornillo de los dobles de Geena Davis y Mathew Modine. Era "La isla de las cabezas cortadas"


Y una vez más llegué a la conclusión de que ¡me encanta esta peli!!! Quiero ser pirata pero así, como ella, como Geena Davis porque ella va y hace lo que le da la gana y encima tiene al Mathew de qué… ¿acaso de compañero?, ¿acaso de jefe? ¿Acaso de contrincante? No señor, lo tiene de ESCLAVO. Y como una tiene sus perversiones pues…eso es más… bonito que cualquier otra cosa (no digo mucho más sobre el morbo y esas cosas porque, Pipaspochas, eres menor de edad aunque seas nuestro ídolo).
Encima va y se lía a dar volteretas, todas las del mundo, y lo de su doble lo dije por pura envidia cochina porque dicen por ahí que ella lo hizo todito sin doble y el Mathew también.
El caso es que pasé un rato estupendo y no escribí nada. AH!! Pero ¿y los efectos benéficos autoayúdicos? Ella es una superprota in-rubia (esto es no-rubia y sin ánimo de ofender Rubia tonta, lo que pasa es que habemos otros colores y hay que reivindicarlo), una pirata que se atrevía a ponerle a su barco un nombre ñoño y femenino “El Morning Star” y aun así la respetaban (Es que no me imagino “Cuidado con la terrible maldición del Morning Star”, no es serio.) y encima lo del esclavo. Ay.
Y pasado el tiempo me digo y por qué no hago memoria y les cuento a mis lectores y lectoras (aun inexistentes) ¿esta maravillosa experiencia de cine y autoayuda? Y para hacerlo a cabalidad, como vaga que se respete, me fui derechito a Wikipedia. Una de estas cosas sobrevaloradas que sin embargo conviene mirar. ¿Y qué me encuentro? ¡OPROBIO!!! ¡CALUMNIAS! o al menos ¡MALDADES! Al principio me hundí en la depresión y en una lata de leche condensada que mis médicos brujos (esta es otra historia) me tienen prohibidísima, para consolarme. Reflexionando con la cuchara en la boca, me di cuenta de que no había motivo más que para el regocijo.
Veréis. Resulta que esta peli fue uno de los más grandes fracasos de taquilla de la historia del cine, la gente no solo no la veía sino que abominaban de ella, que si era solo para lucimiento de Geena Davis, que si Mathew cobró carísimo para hacer de esclavo (que contradicción más estupenda, mon dieu!), que si solo se salva la banda sonora… Imaginé las salas de cine desiertas, es más me imaginé a mi misma en una sala de cine desierta y saliendo del cine con sombrero y gabardina, es decir, con el uniforme de pasar desapercibida, para que no se burlaran de mi los demás espectadores (que como todo el mundo sabe, están pendientes de mis preferencias).
Pero una voz en mi interior dijo ¡Y qué mi niña! (es que soy un poco ñoña) ¿No te das cuenta de que así se reafirma tu individualidad? Corrí entonces a revisar mi ejemplar de “Yo estoy bien, tú estás bien” que tenía escondido detrás de “Yo me he robado tu queso imbécil” para hacerme la dura, y comprendí que mi camino de sanación tenía que pasar por aquí, por esta peli, por esta unicidad, por esta mismidad mismamente…Y la banda sonora de mi vida entonó un bonito aleluyadehendel reafirmante cual crema veraniega (y no me refiero al Vichisuá). Y así, con la autoestima renovada (un poco subidita diría yo, releyéndome a mi misma), me puse a escribir estas líneas.
Moraleja: Es mejor esconder el “Yo estoy bien, tú estás bien”, detrás del diccionario María Moliner. Es más grande.
Ya está pues, licenciados-as.
Tellama Lallama

sábado, 12 de marzo de 2011

Autobuses

Hoy, voy a cometer la valentía de enfrentarme a uno de los grandes enigmas a los que el ser humano ha tenido que enfrentarse jamás. Quizá os estéis imaginando que esta disertación tratará sobre las relaciones espacio-tiempo en los agujeros negros, o la teoría de la relatividad, o sobre el término de lo infinito, pero realmente no hace falta irse tan lejos, para encontrar una pregunta a la que nadie ha encontrado respuesta:
-Por que la puerta del autobús nunca para delante de ti?????

NO, no tratéis de hallar la respuesta, porque, queridos amigos, no existe. Es imposible; es decir, no es taaaaan difíííícil, que cuando un conductor para en una parada vea a la gente pegándose a la acera y pare el autobús delante de ella, pero el buen conductor nunca lo hace.

Quizá es un impulso, algo que no se controla, o quizá sea para hacer la gracia de ver a la señora mayor, con tacones, abrigo de piel y bufanda dejándose los pulmones en el trayecto hasta la entrada del vehículo.

Aún así, jamás hemos de generalizar, porque cada autobusero se comporta de una manera especial, característica, con unas pautas a seguir. Podemos distinguir cuatro tipos de conductor:

-El discotequero (o Homo Chulo Familiaris): este tipo de autobusero, siempre se comporta de esta manera, haciendo a la gente correr, pero resulta que encima cuando subes al autobús, te mira por encima del hombro, tras sus gafas de sol, y con su pelo engominado, viendo como te deshinchas, como diciéndote:"pues tampoco ha sido para tanto". Este conductor se determina fácilmente, ya que siempre llevará o perilla, cresta de pavo o unos pendientes, y unas gafas de sol, para que al mirarte, intimide un poco. Es una especie muy versátil, con lo que los podemos encontrar, más o menos, en todos los paisajes, tanto peninsulares como europeos.

-El gruñón (o Homo Difficile Avus): este conductor es uno de los más agresivos, se suele encontrar en el levante provincial, y zonas centrales, como Madrid, y alrededores (Toledo, zonas de Castilla y León cercanas a Madrid...etc). Este autobusero tiene hermosas características. Principalmente: éste te hace correr una distancia más grande de la normal, ya que, al subir al autobús, te tendrá que, o bien insultar, o gritar, o chillar, o, en fin, decirte que algo que has hecho está mal, por ejemplo:
Estoy subiendo al autobús, subo, doy un paso, dos, estoy en la cabina del conductor. Paso el bonobús, y no me pita, está sin saldo. El autobusero me dice: "y ahora qué?". Mientras me limpio sus perdigones de saliva de la cara, le respondo "no sé" (y pensando por dentro "tu sabrás, llevas aquí mucho más tiempo que yo"); a lo que él me responde: "no sé no, si no hay dinero, no hay viaje", y me echa del autobús.
Otros casos se pueden dar, en los que simplemente el autobusero te insulte, o te grite, pero te deje subir, por ejemplo:
Una señora cruza la calle por delante del autobús, cuando el vehículo está delante de una parada, sube al transporte, y entonces el conductor le contesta: "pero, no ve usted que el autobús está aquí parado?", la señora le dice que sí (menos mal), y él le dice: "pues no vuelva a hacerlo, no cruce otra vez por delante". "No, no", le dice la señora, pero el autobusero la sigue bombardeando: "no, pero es que no quiero que hoy me diga que no lo va a hacer y mañana lo repita". La señora pasa el bonobús y la discusión se termina.

Hay un subgénero de este conductor, que disfruta viendo sufrir, de alguna manera, a sus clientes. Es denominado el cabezón, que es lo que le grita toda la gente a la que deja tirada, (o Homo Difficile Sapiens). Este autobusero desarrolla fuertes técnicas de caza, en las que engaña a la gente que va a subir al autobús, por ejemplo:
Van dos amigos, a las 7 de la mañana, con las ojeras hasta los tobillos, porque tienen que llegar al instituto, ah, porque esa es otra, que los horarios escolares, no están adaptados a la sociedad, que los niños parecen pescadores, o mineros, levantándose a las tantas, que tienen que dormir 8 horas, algunos dicen que 9, otros hasta 10 horas de sueño, algo que no está claro...Bueno, pero no me voy por las ramas. Son las 7 de la mañana, y, cuando giran la esquina de la parada, ven al autobús, que les espera apaciblemente quieto. Justo cuando se van a acercar, la cacería se pone en marcha, el autobusero intimida a sus presas, haciendo rugir el motor, con lo que éstas se ven obligadas a correr. Corren, con las mochilas de 6 kilos, haciéndolas trotar en sus espaldas y, con suerte, arrugando alguna que otra ficha de matemáticas, y cuando están a unos dos metros de distancia, el autobusero pisa el acelerador. Ya es inútil correr, pues
cuando ellos llegan a la altura de la puerta, él les saluda y sonríe, mientras se aleja despacio, para frustrar a los clientes. Además, todos sabemos, que a las 7 de la mañana, nadie tiene ganas de que le toquen sus partes nobles, por lo que este conductor se aprovecha de la falta de sueño, y, por tanto, falta de reflejos de sus presas, para ponerse en acción.

Por último, está el borracho, o Homo Urbano Piripi. Este es un tipo de conductor muy común. Es el típico que al frenar te hace comer el asiento de delante, y al arrancar te hace caer de culo, al que algunos atribuyen el hecho de que se ha sacado el carné a través de un curso online. Este conductor adopta múltiples formas. Puede tener o un pelo largo y liso, o largo y rizado, o puede ser calvo...es muy difícil de identificar, y al que solo podemos clasificar cuando nos vemos con un cacho de asiento entre los dientes.

Para cumplir todas las características que caracterizan característicamente las entradas de este blog, me veo obligado a citar alguna película, así que:
-Priscilla, la reina del desierto; en la que he visto que aparece un autobús (solo en la carátula, ni si quiera la he visto, pero sirve para dar el pego)



Atentamente,

el Dr.Pipaspochas

martes, 11 de enero de 2011

Banana esplín

6 de enero por la noche. Dolor de cabeza. Dolor de barriga. Decido vomitar. Vomito. Vomito mucho. Me digo "¿me estaré volviendo bulímica?". La Enfermera Roberto pasa por ahí y me responde: "No querida, no es bulimia. Es empacho." Estoy más tranquila. Y sin dolor. Pero me siento triste. Melancolía post-vómito, pienso. Y me duermo. A la mañana siguiente la tristeza sigue. Descubrir que todo ha engordado en mí después de las fiestas, menos mi cuenta corriente, no ayuda a quitarme la tristeza. ¿Qué hacer? Decido llamar a una amiga lista. Le cuento. De repente me descubro soltándole un rollo que me sorprende a mi misma sobre el tiempo. Le digo, "de un momento a otro estás en otro año y el minuto, no, el segundo anterior es ¡el año pasado! No es lógico. Es un salto sin salto. No entiendo por qué estoy en otro año. ¡No lo entiendo! No tengo ganas de hacer nada, ni siquiera me he peinado hoy, solo tengo ganas de llorar y de averiguar por qué el tiempo ha pasado así. (Comienzo a llorar) No entiendo el tiempo, la puñetera cuarta dimensión. Sé lo que me vas a decir, lo leí en wikipedia hace un ratito, y ya sé que el tiempo no es una magnitud idéntica para cualquier observador y que es posible que la gravedad no sea sino una manifestación de la curvatura espacio-tiempo, sé, gracias a wikipedia, que la concepción lineal del tiempo no existe en todas las culturas sino que hay concepciones cíclicas de las que hablaron los estoicos y hasta Nietzsche que afirman que el mundo se extingue para volver a crearse y que eso se conecta con el teorema de la recurrencia de Poincaré, pero yo me miro en el espejo y  siento que la cuarta dimensión me envejece las curvaturas y no sé cómo voy a extinguirme para volver a crearme si no tengo dinero para una cirugía y no tengo ganas de nadaaa" A estas alturas ya estaba berreando. Ella trata de tranquilizarme. "Cariño, no pasa nada. Es el esplín" "¿Y qué tiene que ver el banana split con esto?" Le digo yo pensando en el riquísimo postre a base de helado y plátanos y crema y chocolate, pero ella me saca de mi error y me dice que no es el helado que se llama banana split, que es otra cosa "Ah", digo entre sollozos, mientras ella repite "es esplín, esplín, esplín". "¿Y eso qué es? No me hables raro hoy, por favor... ¿Es grave?" Yo sigo llorando y ella sigue tratando de tranquilizarme. Me dice que el banana esplín es como una melancolía y un hastío y una falta de interés y de ilusión por las cosas y que Baudelaire habla de él, y que si esto y aquello... Cuando se pone así no puede parar y me recitó poemas enteros de Baudelaire. En fin, que ella me soltó el rollo también a mí. Y lo peor es que no me explicó cómo se coge ni cómo se quita el banana esplín, no el postre sino el de Baudelaire. Al día siguiente tomo una determinación: el lunes sin falta iré a la peluquería, me digo. Que buena falta me hacía, la verdad. Lo hice. Pero no me sirvió de nada. Adelgazó un poco más mi cuenta y ni las revistas ni verme guapa pudieron con la tristeza y las ganas de vomitar que de nuevo me estaban entrando. Decidí no vomitar e ir al cine. Busqué una película en la que estuviera Luis Tosar. La encontré. "También la lluvia", dirigida por Icíar Bollaín. Y fui a verla. Tengo que decir que la película es muy buena, pero no me quitó el banana esplín, y aunque no es buena para eso, la recomiendo. De hecho, después de verla me dije, “Cariño (porque cuando estoy un poco triste me trato bien) cada vez comprendes menos el tiempo pero te gusta más Luis Tosar.” Cuando llegué a casa me puse delante del ordenador y busqué películas por internet. Necesitaba con desesperación una comedia. Encontré "Connie y Carla" con Nia Vardalos y Toni Collette. Queridos y queridas internautas, no sé si es buena o no. Pero me reí mucho. Decidí que eso significa que mi banana esplín terminó. Ahora puedo vivir este 2011 más tranquila, aunque siga sin entender el tiempo y esas cosas.
 
                                                                                         La rubia tonta