domingo, 27 de marzo de 2011

Cristales de espejo

Hoy voy a dedicarme a hacer una breve pero importante reflexión, una pregunta que habita en el fondo de todos nosotros, haciendo fuerza por salir: quien, en un atentado contra la humanidad, inventó el cristal de espejo?

Sí, señores. Esa es una gran pregunta. Es un inventor fantasma, porque lo podéis buscar donde sea, en internet..., ...., bueno, donde sea; que no os aparece nada. Yo creo que es un simple motivo de protección personal, ya que si supiésemos su foto y donde vive, sin duda alguna nos íbamos a su casa a decirle cuatro cosas.
Sí, amigos, porque todos nos hemos encontrado alguna vez en una situación tal que así:
Vas caminando, tranquilamente, entre un paisaje otoñal, las mariposas revolotean a tu alrededor, y de pronto, miras hacia delante y ves un cristal de espejo; y al principio te dices ¿un cristal de espejo?, otra vez no, no puede ser!; pero conforme vas caminando esos diez metros determinantes que te separan del cristal, lo ves con mejor claridad: sí es. Esos diez metros, son de agonía incalculable, de saber que vas a hacer lo de siempre: cuando pasas por su lado, empieza a susurrar tu nombre, y no puedes evitar mirarlo; al principio de reojillo, disimuladamente, pero es que luego no es que susurre, es que aclama, grita tu nombre, y entonces efectúas un indeseado giro de la cabeza, y ahí está, plantado, impasible, el cristal de espejo.


Hay unos doce segundos en los que solo estáis tu...y el cristal...el cristal...y tú. Es curioso, pero al final, como que lo intentas intimidar, le hechas una mirada, desafiante, pero es que empieza a brillar, y entonces te paras del todo, tú le miras a él, él te mira a tí, y te rindes a la ley física mundialmente reconocida, que es, el peinarse delante de un cristal de espejo.

Pero aún hay más, y es que también hay un efecto rebote, desde la persona que está al otro lado del muro y ve la cara de inteligente que estás poniendo. Esta persona te mira desde dentro y se pregunta ¿tendrá algún problema mental esta pobre persona?, y también: ¿me está viendo?. Y la agonía es casi igualable a la del individuo que está en el exterior. Lo que se hace en estos casos es: se abren los ojos, pero mucho, hasta que tengan el tamaño de dos naranjas, y entonces vas moviéndote de un lado a otro del cristal, para ver si el otro responde. Este movimiento se va degenerando, hasta que se acaba produciendo uno de los fenómenos más bonitos que nos puede ofrecer la madre naturaleza: ambos individuos acaban haciendo
una coreografía, coordinada, cada uno preguntándose si el otro le estará viendo.

Ahora, para no romper la tradición, pondré referencia a alguna película relacionada con cristales:
-La jungla de cristal, de 007. En realidad, su contenido no tiene nada que ver con los cristales, pero como solamente tengo que mostrar el título, pues sirve para el momento.




Atentamente,

El Dr.Pipaspochas



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