Ayer fui a la peluquería al grito de "Cada vez más rubia". Allí pienso. La peluquería es un buen lugar para pensar. Pienso, por ejemplo, en lo poco que he ido al cine últimamente. Mi pensamiento entra en un callejón sin salida. Paro de pensar. Me pica la cabeza. Ser rubia cuesta. Leo en una revista acerca de la película de Javier Bardem y Julia Roberts, ¡los nombres de los dos empiezan por jota! Qué casualidad. ¿Será una señal de algo? No lo sé. Me pregunto si me gustará la película, como no soy adivina de nuevo me encuentro en un callejón sin salida. Y me pica la cabeza. En otra revista veo fotos de los actores de "Lope". ¡Qué guapos son todos! Mi admiración es tan grande que no puedo pensar más. Me pica la cabeza. Mucho. Es casi insoportable. Ser rubia cuesta. Me repito, lo sé, pero no puedo pensar mucho más. Me pica la cabeza. Mucho. Ser rubia cuesta, aunque la gente no se dé cuenta de ello. Trato de pensar en otra cosa. Pienso en rubias insignes del celuloide. Busco en mi memoria a las más rubias. ¿Les habrá picado la cabeza a ellas tanto como a mi? ¡Cuánto sacrificio! Me pica mucho mucho la cabeza. Recuerdo a Marilyn Monroe, Carole Lombard, Mae West, Jean Harlow (la primera de todas las rubias platino), Veronica Lake y esas imágenes de melenas rubias no me calman el picor. Cuánto sacrificio capilar, pienso. Vuelvo a entrar en un callejón sin salida. Me pica la cabeza. Muchísimo. ¿Cuándo me van a quitar esto? Cuánto cuesta ser rubia, insisto. La cabeza me pica tanto que me siento al borde de un cataclismo. ¿Y si me muero del picor? Mi único consuelo es saber que moriría rubia. Pero no es un consuelo muy consolador. ¡Quiero vivir! estoy a punto de gritar, igualito que Susan Hayward, aunque ella fuera pelirroja... Por fin todo acaba. Tanto sacrificio ha valido la pena. Conservo íntegro mi cuero cabelludo (irritado, pero sin ampollas), creo que también conservo todas mis neuronas, y soy muy muy rubia. Salgo a la calle y por un momento la vida se parece al cine: el viento agita mi melena rubia, todos se desmayan a mi paso, paro el tráfico. Es verdad, los caballeros las prefieren rubias. Imagino que las guerras cesan porque yo, una rubia, lo pide. Logro acabar con el hambre en el mundo. Me vienen imágenes de Sandra Bullock en "Mis agente especial", aunque ella no sea rubia. No sé por qué me ha venido esto a la cabeza, soy rubia. Soy rubia, como en el cine. Puedo escribir esto ¿verdad? La Enfermera Roberto, que pasaba por ahí, me dice que sí con la cabeza. Eso me tranquiliza. Mi mensaje de hoy es que es bueno ser rubia. Creo que hombres y mujeres, niños y niñas, todos deberíamos ser rubias al menos una vez en la vida.
La Rubia Tonta
Es cierto. Yo, durante un tiempo fui rubia y mi vida cambió de manera radical: los hombres me miraban a mí antes que a mis compañeras, cosa que antes no pasaba, y puesto que no me hice ningún tipo de implante deduje que la única causa era mi rubio de bote!
ResponderEliminarTambién tenía la ventaja de que nadie esperaba un comentario sesudo de mi parte, podía decir cualquier estupidez y los hombres me seguían mirando con el mismo o mayor aprecio y estima... pero mis compañeras dejaron de hablarme!!
En cualquier caso todo acabó bien, nos hicimos todas rubias y ligamos un montón, cosa muy recomendable para subir la autoestima. Eso sí , ahora soy morena y soy mucho más lista!!!
Interesante reflexión sobre las rubias de bote del celuloide. Me ha empezado a picar todo a mí también. ¿Has probado algún tinte sin amoniaco?
ResponderEliminarYo no.
¿Esto es anónimo?
Pues no, no es anónimo, mundodede así que si la gente no sabía que tu rubio no es natural puede que ahora lo descubra :)!!! Pero cualquier cosa (incluso el amoniaco irritante) con tal de parecernos a Jean Harlow y convertirnos en rubias de la celulitis (que es lo más cercano que yo tengo al celuloide)
ResponderEliminar